El Tour de Francia 2025 dará comienzo este sábado con un recorrido completamente francés, sin pisar un solo centímetro fuera del territorio nacional. Esta edición se presenta con un perfil muy montañoso, incluyendo una de las dos contrarrelojes que consistirá en una subida a Peyragudes, y marcará el regreso de puertos míticos como Hautacam y Superbagnères. Además, habrá menos oportunidades para los velocistas, configurando un Tour cargado de homenaje a las grandes leyendas del ciclismo francés y un diseño pensado para permanecer en la memoria.
Un recorrido 100% francés y lleno de historia
Después de tres ‘Grand Départ’ en el extranjero —Copenhague, Bilbao y Florencia—, la gran salida regresa a Francia, concretamente a Lille, poniendo fin a los comienzos fuera de sus fronteras originales. Este trayecto recorrerá prácticamente cada rincón del ‘hexágono’ francés, pasando por importantes macizos como el Macizo Central, los Pirineos, los Alpes y el Jura. El punto más alto será el Col de la Loze, coronado a 2.304 metros de altura y ascendido por primera vez desde el lado de Courchevel.
Perfil de montaña y homenajes a leyendas francesas
Este Tour constará de 21 etapas y dos jornadas de descanso en Toulouse y Montpellier, con un desnivel positivo acumulado de 51.550 metros, reflejo de la clara apuesta por las etapas de media y alta montaña. En total, se recorrerán 3.338,8 kilómetros divididos en 7 etapas llanas, 6 de media montaña, 6 de alta montaña con cinco llegadas en alto —Hautacam, Luchon-Superbagnères, Mont Ventoux, Col de la Loze y La Plagne— y 2 contrarrelojes.
El diseño del recorrido está repleto de simbolismos y homenajes a grandes figuras del ciclismo francés. Por ejemplo, la cuarta etapa finalizará en Rouen, pasando por la Côte Jacques Anquetil, en honor al cinco veces ganador del Tour que falleció en esa ciudad. Asimismo, el pelotón cruzará Yffiniac, lugar de nacimiento de Bernard Hinault, y Saint-Méen-le-Grand, cuna de Louison Bobet, primer ciclista en ganar tres Tours, que será el punto de partida de la octava etapa.
Etapas clave y puertos míticos
Se confirma el esperado regreso de la cima de Superbagnères tras 35 años de ausencia en una etapa decisiva en los Pirineos. Esta jornada incluirá una trilogía de ascensos que no se veía en el Tour desde 2012: el Col du Tourmalet, el Col d’Aspin y el Col de Peyresourde. Sin embargo, es complicado señalar cuál será la etapa reina, ya que otras dos jornadas terminan en el Mont Ventoux y en el Col de la Loze, tras superar el Glandon y la Madeleine.
La etapa del 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa, ofrecerá un recorrido exigente en Le Mont-Dore (Puy de Sancy), con hasta 7 puertos de montaña y un desnivel acumulado de 4.400 metros en el Macizo Central, preparando a los corredores para el primer día de descanso en Toulouse.
Contrarrelojes y etapas para sprinters
El Tour comenzará en Lille con una etapa diseñada para velocistas, lo que podría significar que el primer maillot amarillo recaiga en un esprinter, algo poco común en los últimos años. La contrarreloj individual, llana y de 33 kilómetros, se disputará en la quinta etapa en Caen, seguida de una jornada accidentada con seis cotas pequeñas y final en Vire Normandie tras 201 kilómetros.
La séptima etapa, con salida en Saint-Malo y llegada a Mur-de-Bretagne, contará con más de 2.450 metros de desnivel acumulado y será un terreno conocido, ya que el muro de Bretaña ha sido escenario de victorias destacadas como la de Mathieu van der Poel en su debut en el Tour.
Montaña, cronoscalada y retos finales
En la etapa 12 regresarán las emblemáticas rampas de Hautacam, en una jornada que comenzará llana pero enlazará tres puertos, incluyendo el Col du Soulor y el Col des Bordères. Al día siguiente llegará la cronoescalada de 10,9 kilómetros entre Loudenvielle y Peyragudes, con 650 metros de desnivel y rampas que superan el 16% de pendiente.
Tras esta contrarreloj de montaña, la etapa con salida en Pau y llegada a Superbagnères se presenta como una de las más exigentes y memorables, con 12,4 kilómetros al 7,3% de pendiente. Antes de la cima final, los corredores afrontarán el Col du Tourmalet (19 kilómetros al 7,4%), el Col d’Aspin y el Col de Peyresourde, un día que podría marcar un antes y un después en la carrera.
Luego, tras una etapa llana entre Muret y Carcassonne, llegará un momento de descanso en Montpellier. Desde allí partirá una jornada monopuerto con final en el Mont Ventoux, que, pese a tener solo 171,5 kilómetros, acumulará 2.950 metros de desnivel debido a la dureza del coloso provenzal.
Últimos desafíos y final en París
La lucha por el maillot verde continuará en Valence, antes de que los aspirantes a la clasificación general afronten la etapa 18, una jornada dura entre Vif y Courchevel con tres puertos de Categoría Especial: Glandon, Madeleine y Col de la Loze, sumando 5.500 metros de desnivel acumulado.
La penúltima etapa unirá Albertville con La Plagne en 130 kilómetros de puro espectáculo, con cinco puertos y 4.600 metros de ascenso positivo, antes de una jornada accidentada que podría permitir una fuga rumbo a Pontarlier.
Finalmente, la 21ª y última etapa regresará a la icónica llegada en los Campos Elíseos de París, que celebra los 50 años de su primera llegada en este histórico final, interrumpido solo el año anterior por los Juegos Olímpicos de París 2024.

